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La Muy Ilustre Cofradía de la Purísima Sangre de Jesús es una de las hermandades penitenciales más antiguas de las comarcas castellonenses y de su capital. Fundada en 1548, con sede entonces en el Convento de San Agustín, la cofradía pasó pronto a ocuparse de los desvalidos y enfermos del Hospital de la Villa, misión hospitalaria con la que recuperaban el legado tradicional de las órdenes del Hospital y del Santo Sepulcro. Junto a esta misión, sus cofrades asumieron también la del culto a la Pasión de Cristo, mediante celebraciones varias, especialmente, con el paso del tiempo, en las procesiones penitenciales de Semana Santa.
La cofradía ya se hallaba instalada en sus propias dependencias y capilla del Hospital de la Villa hacia 1565, una capilla que con el tiempo llegó a convertirse en iglesia y a ser parroquia de la ciudad. Entre 1738 y 1768 la Cofradía de la Purísima Sangre emprendió importantes reformas en su Iglesia con el fin de erigir una capilla votiva en la que venerar la que ya era para la ciudad una de sus mayores devociones, la imagen del Sant Sepulcre. También en este periodo reformó sus estatutos, cuyas normas y preceptos perduraron hasta 1936, año en que muchos de sus bienes y prácticamente toda su documentación fue destruida. Acabada la guerra civil en 1939, la Cofradía se reorganizó, emprendió la restitución de su actividad religiosa, con ayuda de las administraciones públicas, y edificó la nueva capilla de la Purísima Sangre de Jesús.
Como reminiscencia de la sociedad estamental del medievo, la Cofradía se organiza aún hoy en tres ramas o brazos, el de licenciados (antiguo brazo de nobles), el de labradores y el de industriales y artesanos. Cada rama tiene una imagen titular y un color distintivo para su cruz. Mientras que los licenciados utilizan el rojo carmesí –símbolo del martirio- y tienen como titular la imagen del Cristo Yacente –que además lo es de toda la cofradía-, los labradores utilizan el azul celeste, que simboliza la Inmaculada Concepción de María y tienen como titular a Nuestra Señora de la Soledad. Los industriales y artesanos, por su parte, se identifican con el morado cuaresmal –símbolo de penitencia y conversión- y veneran como titular la imagen de Nuestro Señor de la Oración en el Huerto de los Olivos.
A lo largo de sus más de cinco siglos de existencia, han pertenecido a esta cofradía miles de castellonenses, muchos de ellos ilustres ciudadanos y ciudadanas, ya que en un inicio la hermandad fue mixta y, tras una larga época de exclusión de las mujeres de la misma, volvió a recuperar la igualdad en 1985. Como una obra de piedad, la cofradía se ocupó también durante siglos de acompañar con oraciones y luces de cera a sus difuntos en los funerales.
Cada año, el día de la fiesta principal de la ciudad, el tercer domingo de Cuaresma, con un ancestral rito de adoración a la cruz y una procesión penitencial, la cofradía recibe a la comitiva oficial que regresa de la ermita de la Magdalena del Castell Vell en la tradicional Tornà de la Romeria de les Canyes.
La Cofradía de la Purísima Sangre de Jesús es actualmente el alma mater de la Semana Santa castellonense, concurriendo en las procesiones con su valioso patrimonio devocional, histórico y artístico. Especial emoción reviste el momento en el que, cada Viernes Santo, los clavarios extraen solemnemente de la urna del altar mayor la imagen del Cristo Yacente para acomodarlo sobre el lecho procesional, mientras numerosas personas aguardan para poder transitar devotamente por debajo de este lecho, una vez acostada sobre el mismo la sagrada imagen, como signo de las gracias concedidas o solicitadas. Especialmente tradicional y emotiva resulta también la procesión, acto seguido, del Santo Entierro, cuando -tras los pasos de todas las cofradías de la ciudad y los propios de esta hermandad- desfila la imagen del Cristo Yacente entre el silencio y la veneración de los fieles, portado a hombros sobre su lecho de antiguo terciopelo bordado en oro y plata y cubierta su figura por un fino velo de seda.
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